CRONICA DE LA RUTA AL NORTE (POR FIN...)

CRONICA RUTA HACIA EL NORTE (2037KM)

Y partimos los seis camino del punto de encuentro en Tembleque, donde completaríamos el equipo de ocho moteros y moteras rumbo al Norte.
No muy lejos quedaban los días en los que maduramos la idea y planificamos la ruta.

Juan y Tere con su Shadow VT 1100.
Sergio y Noelia con su Yamaha Midnight 1300
Chema y Marivi con su Shadow VT 750C
Y Angel y Vanesa con su Shadow VT750C BatGrim.


Día 1 –
Quedamos en el restaurante La Carreta Junto a la A3 para el primer desayuno.



Donde ya se palpaba el buen ambiente que iba a acompañarnos.







Empezamos a rodar subiendo a Requena y se notaba la alegría en los escapes y la mirada en los retrovisores para que no se quedara ninguno atrás.
Dejamos la A3 en la salida hacia el pueblo de Iniesta y empezamos a descubrir las pistas cálidas y ligeramente curvas de la Mancha. El Picazo, lugar de origen de la familia de Angel, le trajo gratos recuerdos. Sisante con su tranquilidad y la ausencia de los radares móviles, gracias a la presencia de la autovía. San Clemente y sus tiendas de buenos quesos y mejores embutidos… un pueblo detrás de otro al borde de carreteras que surcaban mares de cereal recién cosechado y de viñedos ya casi listos para la vendimia.

Hasta Quintanar de la Orden, no más de dos coches vimos en ambos sentidos… Paz y disfrute de la moto bajo un sol de justicia que nos espoleaba en la ruta y afortunadamente el aire era fresco y nos animaba a seguir.
Villacañas, rectas al ojo infinitas que se pierden en el horizonte. La vista a nuestro paso de prados de placas solares y molinos de viento, que nos convierten en los quijotes de hoy en día sobre nuestras monturas.
320 km después, a la llegada a Tembleque nos esperaban Sergio y Noe con una mesa generosa, un patio fresco y una cama mullida que no usamos.






Malditos móviles que nos ayudan a diario pero que nos traen también las malas noticias en plena comida. La madre de Juan se ha partido la cadera y la pena nos inunda. La vuelta de Juan y Tere se hace inminente y con una sonrisa amarga nos abrazamos. Animo. En breve estará operada y andando… habrá otras rutas … y es promesa. Ya las estamos planificando.
Visita de Tembleque, pueblo familiar de Sergio. Plaza mayor y algunos edificios de gran solera que evidencian su pasado de grandes familias y esplendor rural.





Salimos ya al atardecer hacia Toledo buscando la primera noche.
Toledo, ciudad imperial, Califato y cuna de la cultura, que no tardamos en colonizar y cerrar a nuestro paso. Cayeron 3 bares de tapas y con heladería incluida antes de buscar el catre entre las callejuelas empinadas y oscuras. Gracias GPS por saber dirigirnos al hotel, sino aun estaríamos dando vueltas y bebiendo cerveza. Hora de acostarnos las 2 de la mañana. Había que acostarse pronto que salíamos temprano para Avila.

Día 2 –
Nos levantamos en Toledo… desayuno en armas. Chema buscando un acero que llevarse a la mano topamos con una escuela de artesanía donde además de acero cayeron oro y plata damasquinados.



Rápido partimos hacia Avila.
Comemos en Ávila… sobre las 15h buscamos algún restaurante que nos ofreciera un pedacito de carne y seguimos un cartel junto a una de las puertas de la muralla donde aparcamos las motos que prometía chuletón de casi 1 kilo a buen precio. “Mesonero!, ponga usted una vaca en la mesa y acompáñelo con los manjares que usted crea oportunos. Zemos moteros y traemos jambre”. A lo que el mesonero nos plantó en la mesa casi 3 kilos de vaca sangrienta de raza avileña, (que a gusto le hincábamos de nuevo el diente), acompañado de sopa castellana, judías típicas, papas revolconas con torreznos y chips de morcilla.






Después, relax bajo la muralla. Casi 2 horas bajando la comida.









Salimos demasiado tarde, demasiada siesta, demasiado relax, nuestro amigo J.Carlos nos esperaba en Salamanca para acompañarnos y aún había que dejar atrás Gredos.




Dormimos en Salamanca después de unas fotos en plaza Mayor, y una cenita cerca de la catedral. Ligerita, sin abusar, y cerrando la cocina del primer bar, y rematando faena en el segundo, y terminando el postre en el Macdonalds. De nuevo cerramos la ciudad.

mas fotos salamanca...

Día 3 –
Nos levantamos en Salamanca. “A las 9 a desayunar”. Nos esperaba un buffet libre de categoría. Vimos pasar 3 turnos de desayunantes sin pestañear. Cogiendo fuerzas, porque el objetivo de ese día era Puerto Pajares y Oviedo, esto marcaba un punto de inflexión en nuestras mentes. El respeto por esas alturas, esas curvas, ese cambio de clima nos impresionaban.

Empezamos a rodar tranquilamente, sobre nuestras monturas, nuestras amazonas nos acompañaban satisfechas y alegres, sin importarles ya cuantos kilómetros hiciéramos, cuantas curvas trazáramos, sin mirar el velocímetro, disfrutando de las llanuras castellanas, de la vista de pueblos con castillos impresionantes y ciudades ancladas en la historia. Zamora fue tan solo una salida en la autovía. Llegamos a Benavente sobre las 14h… y ….. PARAAAAAA!!!! Buffet libre por 10 €.



No vimos Benavente. Después de arruinar el buffet libre, se nos echaba el tiempo encima.

León fue otra ciudad que pasamos en la lejanía… y empezamos a abordar las cuestas de los montes de león y las proximidades de los picos de Europa.
Una nube se acercaba. El viento empezó a refrescar. La misma nube en la que nos metimos cuando alcanzamos el puerto. De golpe, las chaquetas caladitas para evitar el calor empezaron a dejar pasar algo más que frio, la bajada de 15 grados se hizo notar. Una neblina espesa nos escondió las motos y nos caló hasta los huesos.



Coronando pajares pusimos los cubres y chubasqueros para atacar la bajada bajo una llovizna continua. Foto oficial con la bandera y empezaron las curvas de verdad. Angel y Chema siguiendo los pilotos de Sergio que se lanzó al vacío sin saber muy bien de qué lado de la línea iba la carretera. Impresionante Pajares, y eso que no lo vimos.



Llegamos a Oviedo donde nos esperaba Chester en la primera rotonda. Sin más dilación nos llevó al hotel, ducha y a cenar. Nos espera Homer y al poco llegaron Taz, Emma y la peque Yara. A partir de este momento disfrutamos de una calurosa acogida y una cena entrañable, al estilo norteño, bien copiosa, y bien regada de sidra. De nuevo al igual que en Toledo y Salamanca nos costaron 2 o tres vueltas para que nos pusieran la última copa en el ultimo bar que quedaba abierto. Esto se está convirtiendo en la tónica del viaje.

mas fotos de oviedo

Día 4 –
Nos levantamos, optando como no… por el desayuno buffet del hotel.
Hoy abordamos la jornada más larga de toda la ruta. Seguramente la más bonita, pero también la más arriesgada.





Ya bien desayunados atacamos la autovía rumbo a Cangas de Onís durante …. 1,3 kmts. Y tenemos que parar bajo un puente a ponernos a toda máquina los chubasqueros. Un aguacero normalito para la zona nos enfrió los ánimos… pequeño momento de estress… Esto sin duda nos va a complicar el viaje. Seguimos rodando por carreteras nacionales bajo la lluvia a ramalazos, hasta que ya en Cangas cogemos la ruta del cabrales y empiezan las curvas serias.







Parada en Arenas de Cabrales a llenar el baúl de Chema de productos regionales. Paisaje precioso pero la lluvia nos persigue. Dos patinazos de Sergio y Angel sin llegar a mayores sobre juntas metálicas de la calzada y los canalones de desagüe se reflejan en sus semblantes cuando paramos en Potes a comer. Este sería el tema central de la comida hasta que llegaron los cocidos montañeses.





Tras comer y sin descanso abordamos hacia el desfiladero de la Hermida, bordeando los picos por el este. Carretera solitaria, estrecha, sinuosa, acañonada entre las inmensas montañas y poblada de vacas que campaban a sus anchas en prados, arcenes y asfalto, de lo que puede dar fe Sergio que susurró al oído con la música de su escape y dio un buen susto a una de ellas. No pudimos evitar mostrar nuestra alegría cuando dejamos atrás las paredes del desfiladero y por fin volvimos a ver el sol. Atacamos la salida de Cantabria por Herrera de Pisuerga y trazamos la bajada a tierras del Duero por Osorno, Fromista y Torquemada, donde pasamos el Pisuerga sobre uno de los puentes romanos de 25 ojos que aún se transitan. (A fé de abuela local motera)





Unas trazadas más por los campos de viñedos de la Ribera del Duero y llegamos a Valdezate donde nos esperaban nuestros amigos Joaquín y Maricarmen con medio lechazo, dos pacas de sarmientos y varios litros de clarete para escanciar.





Merienda-cena a la luz de las estrellas y a pié de bodega tradicional, donde dimos cuentas de todo. Varios vecinos nos invitaron a bajar a sus cuevas y catar de sus toneles donde el vino casero y profesional nos volvió a inundar los vasos. Compartimos el cabrales que llevábamos en unos largos momentos divertidos, …Y nos dieron las dos, y las tres como la canción de Sabina.
Más tarde dormiríamos, todo un lujo, en la casa de nuestros amigos que fue reconstruida en 1793, a saber cuándo se inauguró.

Mas fotos de Valdezate

Día 5 –
Dejamos Valdezate entre abrazos,








Rumbo a los Madriles para devolver la Bandera a Campanilla y Acrux, que nos esperaban también con la lumbre encendida.
La ruta, … pues la A-1… sin prisas y sin pausas.

Pasamos una tarde muy agradable con foto oficial y después Chicano nos encauzó hacia Sacedón donde culminamos noche.










Estuvimos muy a gusto allí. Noche relajada, lo más difícil ya está hecho (eso creen las chicas). Cayeron 6 hamburguesas Capri y unos zarajos exquisitos.

Día 6 –
Nos levantamos en Sacedón, con olor a churros en el ambiente. Mmmm…. Que ricos.
Y a las 10h atacamos la ruta hacia Cuenca, que estaba a 64 kilómetros, pero Chema llevaba en el GPS otro plan… Descubrir el alto Tajo y el rio Cuervo.



Salimos de la nacional hacia Priego. Paramos en Cañamares a disfrutar de un baño gélido en la playa natural del río Escabas.



Seguimos rumbo a Beteta y el ambiente de caudales prehistóricos a 50 metros sobre nuestras motos horadaban la montaña con surcos y meandros.
Durante unas horas las curvas suaves animaban a nuestras amazonas a liberar sus cámaras.



Objetivo Peralejos de las truchas (o más bien TELALEJOS DE LAS TRUCHAS) donde llegamos sobre las 3h buscando un fogón, después de unos 30 kilometros de carretera prehistórica, llena de baches , peraltes de vértigo y raíces bajo el asfalto. El Dragon Khan.



Comimos en un bonito asador donde las ganas de trabajar no imperaban. Suprimiendo la carta para servir solamente menús y las comidas caseras hacía tiempo que abandonaron la casa.
Una pena para un paraje tan bonito y bien acondicionado.




Seguimos por la carretera rumbo a Cuenca donde paramos en el nacimiento del río Cuervo y el ventano del Diablo.
Y ya rumbo al sur, buscando la hoz de Cuenca y sus casas colgantes, llegamos sobre las 20h y aprovechamos para tomar unas fotos de vértigo desde la otra orilla del río, junto al parador.
Hay que decir que no son fáciles de aparcar estas motos en una pendiente de 20 % con una boda pasando al lado.
Después de llegar al hotel, no con poca dificultad por las fiestas locales y las calles cortadas, una buena ducha, el recepcionista nos recomendó un gran sitio en Cuenca. Mesón el Bodegón. Donde de refilón nos sirvieron gracias a que conocían al del hotel. El sitio estaba a rebosar.
Tabla de ibéricos, huevos rotos, parrillada de verduras, solomillos, calamares , todo excelente. Buenissssimo, y bien regado, y al final de la cena nos esperaban para cerrar. Ya tenemos complejo de tardíos.
Aún así, camino del hotel no nos bastaba con lo ingerido, y dimos con una heladería para que la Marivi se fuera contenta a la camita.